015:editorial

Microhobby 15. Año II, del 12 al 18 de febrero de 1985

Tenemos la certeza de que son muchos los lectores de Microhobby cuya ambición es la de convertirse, en un futuro próximo, en profesionales de la Informática. Y también son numerosos, de entre ellos, quienes sueñan con la atractiva posibilidad de llegar a ser programadores independientes.

Con este fin, muchos de nuestros lectores se preparan a fondo, estudian lenguajes, ensayan subrutinas e investigan durante horas. No pocos han dejado atrás, superado, el eficaz pero limitado Basic, y se adentran, con esfuerzo, en los túneles procelosos del Código Máquina.

Durante sus largos desvelos ante el ordenador van pergeñando en su mente los gráficos, detalles y triquiñuelas de un nuevo juego de propia creación, o de un programa de utilidad infinita. Un día de estos se sentirán preparados para poner manos a la obra, y, otro día cualquiera, meses más tarde, tras muchas, muchísimas horas de trabajo, concluirán su obra.

Llegado este momento, enviarán su magnífico programa a una compañía especializada en su distribución. Firmarán un acuerdo por el cual, el autor percibirá un porcentaje por cada ejemplar vendido y el programa será lanzado al mercado.

Si el programador de nuestra historia desconoce la realidad, al menos la realidad española acerca de la comercialización del software, es posible que se haga ilusiones desmedidas, y su chasco será mayor. Pero si se encuentra medianamente informado, sabrá que, hoy por hoy, vender entre ochocientas y mil copias de un programa para Spectrum (por citar el ordenador más difundido en nuestro país), se considera ya un éxito más que notable, y que aún no se conoce ningún título que haya alcanzado las tres mil unidades de venta.

A todo esto, el programa de nuestro imaginario lector habrá recorrido un extraño camino subterráneo y casi invisible. Docenas de miles de copias de las más variadas procedencias pasarán de mano en mano. Figurará, junto a muchos otros, en anónimas listas fotocopiadas que cualquier usuario podrá conseguir escribiendo al apartado de Correos que figura en un minúsculo anuncio por palabras de una revista especializada. El día menos pensado, también en una revista, verá un gran anuncio en color en el que aparecerá su programa anunciado a un precio muy inferior al convenido con la empresa concesionaria de los derechos de autor. Indignado, requerirá explicaciones y se enterará de que dicho anuncio ha sido insertado por una compañía que comercializa copias «piratas», de cuya venta él no percibe ni un duro.

Cuando todo haya terminado, uno o dos años más tarde, el autor del programa, con mucha suerte, habrá recibido el porcentaje de quinientas, quizá mil copias vendidas, mientras que la venta paralela, ilegal, «pirata», podría perfectamente haber alcanzado la cifra de quince o veinte mil copias. La diferencia estará en el bolsillo de aquellos cuyo esfuerzo y riesgo en la operación habrá sido nulo. Si nuesto programador, por puro masoquismo, se molesta en realizar un simple cálculo, descubrirá que, dividiendo sus ganancias por el número de horas dedicadas a la elaboración de su programa, el resultado es desalentador. Puede que continúe y repita, pero en ningún caso lo hará con la perspectiva de una dedicación profesional, nada rentable, sino como un hobby. Y no nos engañemos: sólo si en España somos capaces de contar con profesionales dedicados en lo mejor de su esfuerzo y de su tiempo a esta tarea, conseguiremos un nivel de software comparable al que se realiza en otros países punteros.

Por todo ello, y porque consideramos que el papel de las publicaciones especializadas es, en este aspecto, primordial, Microhobby ha tomado la decisión de asumir su papel en favor del software español. La única forma de crear futuro es pensar en el mañana y construirlo desde hoy. Sólo si somos capaces de crear el ámbito y las condiciones para que existan programadores profesionales que vean sus esfuerzos retribuidos, y de permitir que nazcan y crezcan empresas distribuidoras fuertes y rentables, llegaremos a tener un sector software como merece nuestra potencial capacidad económica y creadora.

Microhobby, por tanto, a partir de hoy, rechazará cualquier anuncio, de cualquier tamaño, gratuito o de pago, que suponga la difusión de copias paralelas o «piratas» de programas comerciales.

Naturalmente, no seremos capaces siempre de distinguir, sin la menor duda, las empresas o personas que realizan una actividad comercial honesta y legal, de las ilegales, por lo que pedimos de antemano disculpas si cometemos errores por exceso o por defecto. Trataremos de utilizar nuestro criterio con la máxima prudencia.

Al mismo tiempo, hacemos sendos llamamientos para que nuestra postura se vea apoyada, tanto por nuestros lectores como por otras publicaciones del sector. A nuestros lectores queremos pedirles que rechacen los canales paralelos de venta de programas y exijan las versiones originales, únicas con garantía y fiabilidad. A otras publicaciones especializadas les animamos a adoptar con firmeza la misma medida que hemos tomado nosotros, y en la que nos han precedido ya, desde hace años, las más prestigiosas revistas europeas y norteamericanas.

Estamos seguros de que todos —usuarios, lectores, programadores, distribuidores y editores— saldremos ganando con ello.

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  • por miguel