006:actualidad

Microhobby 6. Año I, del 11 al 17 de diciembre de 1984

De un tiempo a esta parte, la producción de software ha experimentado un aumento gigantesco, tanto a nivel de importación como de producción propia. Este hecho ha ocasionado, en contrapartida, un problema de difícil solución: la piratería de software, algo que en un principio empezó siendo una sana afición y que, en la actualidad, se ha convertido en un negocio a nivel nacional.

La guerra entre los piratas y las casas de software no ha hecho más que empezar.

Pero a pesar de la problemática y de la suposición, bastante certera, de que existe un pirata por cada usuario, no se está haciendo lo suficiente para frenar este mal que se extiende cada vez más.

Según Pablo Ruiz, el productor de software más joven de España con compañía propia, Dinamic, los sistemas de protección de programas hasta ahora utilizados, no son suficientes. «En un principio, las casas no se preocupaban de este tema; pero poco a poco, al verse el volumen creciente de pérdidas por culpa de la piratería, las compañías más importantes crearon una serie de protecciones. Entre estas casas se encuentran Ocean, Ultímate, Micromega y Dinamic, todas ellas en España».

Estas casas, como comentaba Pablo, incorporan dos sistemas de protección de cintas: por un lado, carga doble de código máquina que elimina la posibilidad de hacerlo por copiador, y, por otro, la carga rápida que dificulta ésta, ya que la efectividad se reduce a tres copias de cada diez que se intenten. Con este procedimiento, se pierde la fiabilidad del futuro comprador al no disponer de las ventajas de una cinta original, las carátulas y la facilidad de acceso, tanto al programa como a las instrucciones.

A pesar del tiempo empleado por las casas comerciales en la protección de sus cintas (aproximadamente el 10% del tiempo utilizado en crear un programa), los piratas consiguen cada vez más logros desprotegiendo aquellas, lo que hace suponer que no existe, por el momento, ningún método infalible al respecto.

«Pienso -afirma Pablo Ruiz- que los programas siempre se podrán copiar, pero cada vez se van poniendo más trabas hasta que llegue un momento en que no sea rentable piratear un programa.

Por otro lado, en la actualidad, hay sistemas que eliminan prácticamente la piratería, como podría ser añadir a los programas un complemento de Hardware que amplíe la memoria del Spectrum consiguiendo una mejor calidad y entretenimiento de las cintas.»

Otro sistema que la compañía de Pablo está estudiando, es la posibilidad de enganchar al bus de expansiones una resistencia que modifique los chips internos de la máquina, con lo cual, sólo con una ficha que se daría conjuntamente con el programa original, se podría utilizar el teclado y el joystick. «De este modo -insiste Pablo- el programa es incontrolable y, a pesar de que siempre se pueden copiar, con este método llegará el momento en que no sea rentable.»

Pero si con este método la copia se dificulta, también es cierto que encarecerá las cintas, lo que para Pablo Ruiz no supone mayor problema. «El costo del programa se va a elevar, pero también va a mejorar las posibilidades del Spectrum al ampliar los 48 K en memorias paginadas. Por otra parte, los programas que nosotros hagamos para 48 K más otros 48 K de memoria paginada, pueden quedar mucho más interesantes.»

Pero poco o nada pueden hacer las casas comerciales, si no se cuenta con una legislación adecuada que secunde su labor. Un método para conseguirlo seria que el Ministerio de Hacienda tomara cartas en el asunto, sin lugar a dudas.

«Por supuesto que en el momento en que Hacienda se interesara por el mercado del software y cobrara un tanto por cada programa vendido, emplearía todo su potencial disponible para la detención del fraude. Esto nos supondría tener que pagar un porcentaje por programa, pero de todas formas sería muy positivo para todos, incluso para los usuarios, que están perdiendo mucho con programas defectuosos que deterioran la imagen de la marca.»

Una medida que, a simple vista, podría dar al traste con la piratería, sería conseguir el abaratamiento del software, lo que supondría el golpe más duro a este comercio.

«Esto sería estupendo y nosotros estamos en ello, pero no resulta viable. Nosotros -añade Pablo- tuvimos que subir nuestros productos para no tener que retirarnos de este mundo. De todos modos, nuestros proyectos en este sentido, continúan.»

Para desarrollar ampliamente esta fuerte polémica que está convulsionando el mundo del software, hemos querido hablar también con la otra cara de la moneda: un pirata, anónimo por petición propia, que nos ha dado una visión generalizada del funcionamiento de la piratería en España y nos ha dejado constancia de un hecho, el aumento descontrolado de estos «corsarios» de cintas en nuestro país.

«Yo llevo año y medio en esto, tenía muchos programas y me daba igual venderlos y sacarme un dinero. Había ido a Inglaterra y empecé a intercambiar las cintas hasta que me di cuenta de que nadie tenía los suficientes programas como para hacer el intercambio conmigo. Así que me planteé la idea de la piratería.»

Para este contrabandista de software la protección reciente de los programas no ha supuesto una dificultad irremediable ya que, según afirma, existen muchas casas de software que se dedican a hacer copiadores, con lo que a la vez que se inventan nuevos sistemas de protección, se hacen copiadores para estos mismos.

«Sin embargo, -añade- hay programas como el Decathlon, que no tiene, todavía, un sistema de copia, aunque se espera que llegue el mes que viene, ya que la casa que lo comercializa puede sacarse hasta un millón de libras. El sistema de protección de aquel programa se basa, primero, en la velocidad y, segundo, es que cambia la cabecera, que no es la normal del Spectrum. Tiene unos PAUSES incorporados y unos pitidos, además de un inconveniente: en el programa cargador no se ve claro la dirección de comienzo, ni la memoria que ocupa. Es lo que se llama por ahí, los sistemas de protección TURBO.»

Aparte de Ocean, US. Gold y Ultimate, que utilizan los sistemas de protección TURBO, y que según nuestro pirata pronto podrán ser copiados, ningún otro sistema de protección resiste el ataque de un buen experto.

«Date cuenta de que si hay cien copiadores, alguno, siempre, da con el copiador oportuno, y esto se acaba sabiendo.»

Existen, por otro lado, casas comerciales en nuestro país que se valen de la piratería para vender cintas, lo que no implica, por otro lado, que exista hoy por hoy una red de piratas organizada.

«No, desde luego que no existe una red como tal, pero sí un gran número de piratas que llevan meses funcionando y que lo hacen bien, consiguiendo un mínimo de quinientos antes que las casas comerciales.»

Ante esto, sería fácil suponer que las casas comerciales podrían proveerse de suficientes piratas para abastecerse, lo que, para nuestro entrevistado, no es muy frecuente.

«En cierta ocasión, un club de usuarios nos quiso copiar unos trescientos programas a seis piratas a cambio de hacernos socios de su club. Pero nosotros pasamos. La verdad es que las casas inglesas no se preocupan de traer los programas aquí, por eso, la red de piratería actúa mucho mejor que las compañías españolas, lo que no quiere decir, por otro lado, que éstas tengan que contar con los servicios de un buen pirata para estar enteradas de las novedades nada más salir al mercado.»

Un dato a destacar, nos puede dar la clave del verdadero negocio de la piratería: un programa que cueste aproximadamente 2.000 pesetas, oscilaría entre las 300 y 500 a precio pirata, llegándose a vender en Inglaterra hasta por una libra, evidentemente, nada buenos. Todo esto desemboca en un aumento masivo de empresas practicantes de este negocio, que se tambalearían ante unas medidas legales justas.

«Estas posibles medidas legales pueden suponer poco para un pirata como yo, pero afectarían fuertemente a las casas grandes que son las que más daño pueden hacer.»

Clubs de usuarios, organizadores, empresas subterráneas… todos ellos intentan con la piratería de Software conseguir una misma meta: sacar el mayor provecho a un «negocio» cada vez más prolífero y jugoso. «Esto es un hecho -comenta- pero también es cierto que hay piratas, como yo, que no pueden vivir de esto, ya que el dinero que sacas vuelves a invertirlo en cintas, fotocopias de instrucciones, listas de programas y material en general. Es decir, se reinvierte el dinero, pero no se cuenta con el suficiente, ni con tantos compradores como para vivir de ello.»

Existen, por otra parte, casas comerciales que se abastecen de estas redes piratas sin ningún problema, porque graban por masters lo que, unido a la falta de control en este sentido, nos lleva a una conclusión clara: mientras el soporte siga siendo una cinta de cassette, ningún método evitará la copia.

Se busca: 100£ de recompensa.

Inglaterra ha sido el país que más ha sufrido los efectos de la piratería de Software durante los últimos años. Es por ese motivo, por lo que las técnicas de protección de programas han experimentado en este país notables progresos, que algunas veces incluso, han llegado a rayar en la más ingeniosa de las originalidades.

Entre los métodos de protección que más se han venido empleando, podemos citar los tan traídos y llevados sistemas Turbo, las protecciones Hardware, los conocidos y clásicos ya Antimerges y la grabación de cintas a niveles de saturación bastante altos. Este último sistema ha llegado incluso a crear cierto malestar entre los usuarios que compran este tipo de programas, que se encuentran la nada agradable sorpresa, al intentar cargar su juego original, de que éste no les responde en cuanto tengan el mínimo problema con su cassette. Para que lo entendamos mejor, a veces se protegen tanto los programas que acaban, en cierto modo, autodestruyéndose.

Además de los sistemas de protección que afectan a la cinta, hay otros que se emplean para dificultar la ejecución una vez se ha cargado el programa. El método consiste en acompañar la caja original de la cinta, con una especie de anexo en el que van impresos unos números de clave. Es necesario introducir los que nos pida el ordenador, ya que de no hacerlo o si el número no fuera correcto el programa se destruiría. Como es lógico, para evitar que dicha hoja con las claves pueda ser copiada, ésta se imprime en papel y letras cyan, lo que hace imposible su reproducción en la fotocopiadora.

Todos estos métodos, sin embargo, acaban siendo superados por los piratas tarde o temprano, quizás sea por ese motivo por lo que la compañía Durrell, ha ido más lejos que las demás y, viendo que ningún método resulta infalible, ha decidido emular los «Wanted» famosos del Oeste y ofrecer recompensa a todos aquellos que lleven una copia pirata y el nombre del señor que se las ha facilitado, hasta la compañía. La sabrosa recompensa es de 100 libras, y se le ofrecen al usuario a través de un mensaje que se encuentra al inicio del programa.

Gabriel Nieto

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